Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
miércoles, 25 de febrero de 2009
Miércoles de Ceniza.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Tridentina Sacrificial en la capilla de la casa en Göttingen durante la Cuaresma a través de Su instrumento e hija Anne.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Padre Celestial dice: Yo, el Padre Celestial, hablo ahora, en este momento, a través de Mi instrumento obediente, humilde y dispuesta, Anne. Ella solo habla palabras que vienen de Mí, la más alta santidad. Mis amados hijos, pónganse el hábito penitencial. Hoy han recibido la cruz de ceniza con las palabras: "Hombre, recuerda que eres polvo y volverás a ser polvo".
Quiero que se arrepientan, que expíen por esta humanidad corrupta. Les deseo que se arrepientan por esta iglesia modernista. Expien, sacrifiquen y oren en este período de cuarenta días de ayuno, porque Yo mismo, Jesucristo, también ayuné durante cuarenta días. Síganme en estos pasos. Hagan lo que les resulte difícil. Practiquen la renuncia. El espíritu despertará en ustedes. A través de esto recibirán el conocimiento del espíritu, ustedes, mis creyentes, y especialmente ustedes, mis fieles y mis elegidos.
Amados fieles, han estado suspendidos entre el cielo y la tierra. Me gustaría anunciarles algo aquí en público: Mi hijo, a quien había elegido para ser liberado de esta adicción, este hijo no me siguió. Pero ustedes, mis amados, que no entendieron nada, que no pudieron comprender nada, han cumplido y obedecido toda Mi voluntad. Me gustaría agradecerles por esto. Continúen expiando por esta grave ofensa. Todavía quiero salvar a este, Mi hijo.
Ustedes, mis fieles, asegúrense de que Yo, el Padre Celestial, pueda exigir todo de mis fieles, todo, lo que he dicho. Entonces, cuando se les haga demasiado difícil, llevaré esta cruz con ustedes. La he soportado por ustedes. He estado a su lado para soportar esta cruz. Una y otra vez tuve que apartar el mal de ustedes, porque se hizo fuerte y más fuerte. Ustedes no querían comprenderlo, pero obedecieron mi voluntad, la voluntad del Padre Celestial.
Con qué santidad aún los miro hoy, que han obedecido esta Mi voluntad y me han traído el gran sacrificio. Dará mucho fruto para muchos que también sucumben a la adicción.
Fortalezcan su voluntad en este tiempo, el tiempo de ayuno. Practiquen la renuncia. En ella fortalecen su voluntad. No deben sucumbir a las pequeñas cosas, sino practicar una y otra vez esta renuncia y traer los sacrificios, que me está permitido exigirles.
Ustedes, mis fieles, no crean que pueden seguir entendiendo todo. Pero esto que les he exigido en el último tiempo fue el mayor sacrificio. Tendré que exigirles sacrificios aún mayores, pero se ha llegado al punto máximo.
Mi Santísima Madre también les agradece por esta obediencia a la voluntad del Padre Celestial, Mi voluntad. Le ha estado permitido alegrarse de ustedes, porque los ama como Santísima Madre, y ha estado a su lado en la cruz y también en la alegría. Ustedes también resucitarán de entre los muertos después de la dolorosa vida sacrificial.
Ustedes, mi pequeño, les exijo en esta Cuaresma que renuncien a estas éxtasis diarios durante la consagración. Estos son refuerzos del cielo. Y quiero fortalecerlos en esta Cuaresma no tanto a través de estas alegrías celestiales, sino quiero sus sacrificios. Tráiganlos por amor. Obtendrán conocimientos, y se les permitirá comentar sobre estos conocimientos.
Ustedes también, mis fieles, tendrán que renunciar a este comentario de éxtasis. Que sea su sacrificio, lo que me traen. Al menos dos resoluciones especiales deben tomar todos para este tiempo. Es necesario para su cuerpo, especialmente para su alma. A través de la renuncia su espíritu se volverá cada vez más despierto. El conocimiento aumentará. En este último tiempo necesitan un gran conocimiento, que reciben del Padre como agradecimiento por sus sacrificios. Sin límite son amados por la Trinidad y su Santísima Madre. Y ahora los bendigo en todo amor, en toda bondad y en fidelidad con su Santísima Madre, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Vivan el amor y la confianza más profundamente. Amén.
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