domingo, 20 de enero de 2008

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con ustedes!

Queridos hijos, crean, crean, crean, porque estoy aquí ante ustedes con toda mi presencia maternal. He venido del cielo para dar a todos mis hijos mi ayuda maternal. He venido a ayudar a aquellos que han perdido la fe, para que la recuperen. He venido a ayudar a aquellos que han caído para que se levanten de nuevo. He venido a ayudar a aquellos que están desesperados y afligidos para que encuentren en el Corazón de su Madre consuelo y alivio para sus duras pruebas. Tengan fe. He venido del cielo para ayudarles en todo. Oren, oren, oren.

Dirigiéndose a mí, hablando sobre el pueblo de Manaus, la Virgen dijo:

Mira, hijo mío, cuán poca es la respuesta del pueblo de Manaus a mis llamados comparada con la del pueblo de Italia que es tan grande. Así Dios te muestra que a un profeta no se le recibe bien en su propia tierra. Cuando mi Hijo Jesús comenzó su misión pública, su propio pueblo fue el que cerró sus corazones y no creyó en él porque no eran humildes y no tenían fe. Criticaron mucho a mi Hijo e incluso quisieron quitarle la vida. Oren por los incrédulos y aquellos que no creen.

Estaba pensando en aquellas personas que son incrédulas y que cuestionan las apariciones llamándolas falsas. La Santísima Madre esta noche también me habló sobre estas personas:

Aquellos que cuestionan mis mensajes no son humildes ante Dios y ante mí, su Madre Celestial. No he venido a ser cuestionada sino a ser escuchada. Aquellos que son incrédulos siempre serán incrédulos si no buscan y piden la gracia de la humildad, porque aquellos que son incrédulos y dudan son orgullosos. Oren por todas estas personas, por su conversión. Los sacrificios y el amor de aquellos que creen y que son humildes convierten a los más pecadores y a aquellos cuyos corazones son duros como piedra. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!