domingo, 6 de julio de 2008

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con vosotros!

Queridos hijos, alegraos conmigo, vuestra Madre Celestial, pues nuestro misericordioso y buen Dios me permite concederos aún más innumerables gracias. Él desea ganaros a todos para sí, y os invita a la oración para que podáis comprender su inmenso amor.

Queridos hijos, orad y vuestros corazones se llenarán de la paz de Dios. Él os ama, y en esta noche, acoge a cada uno de vosotros en Su Divino Corazón. Amad, pequeños hijos, para superar y liberaros de todo mal, pues en el amor el mal no tiene victoria. Estoy con vosotros, a vuestro lado, de una manera especial, para presentar a cada uno de vosotros de una manera especial a Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

Desde que el Obispo Carillo coronó la imagen de la Virgen de Itapiranga, Nuestra Señora ahora siempre aparece con una hermosa corona dorada y majestuosa en su cabeza, como para mostrarnos que todo lo que hacemos por amor a ella y a su Hijo Jesús aquí en la tierra tiene un valor inmenso y precioso en el cielo. Dios se toma en serio todo acto solemne que su Iglesia hace en honor de su Santísima Madre en este mundo. En el cielo está sellado para siempre.

La Virgen muy feliz me dijo:

Estoy muy feliz, porque ahora más que nunca podré actuar con fuerza para salvar a todos mis hijos que desean la ayuda de su Madre. Intercedo de una manera especial ante Dios por toda la Prelatura de Itacoatiara que fue consagrada a mí. Allí trabajaré con mis gracias y guiaré a mis hijos a Dios y a la verdadera fe. También miro de una manera especial a mi amado hijo Carillo, mi Obispo, y velo por él y sus necesidades ante mi Hijo Jesús. Orad, orad, orad mi hijo, pues mis planes se están haciendo realidad y haré grandes cosas aquí en Amazonas para la salvación de todos mis hijos.

Al decir estas palabras, la Virgen lentamente y majestuosamente desapareció ascendiendo al cielo.