sábado, 19 de octubre de 1996

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber en Parintins, AM, Brasil

Escucha, hijo mío, mi inquietante mensaje, que está dirigido a Mis hijos que caminan en el barro del pecado. Quiero hablarte sobre la lectura que tus ojos leyeron tan pronto como llegaste en tu viaje aquí en esta ciudad de Parintins: ¡Qué abandonada está la ciudad tan poblada! Se asemeja a una viuda la grande entre las Naciones (Lam 1.1).

Has visto cuán grande es Mi preocupación. Mis hijos, apegados a sus asuntos y a las cosas del mundo, se permiten ser esclavizados por las trampas tendidas por el astuto enemigo, que ruge a su alrededor como un león furioso listo para devorarlos. Son débiles en la fe porque ya no la viven. Para ellos, lo que importa es la felicidad de este mundo, olvidando a menudo que la verdadera felicidad solo se puede encontrar en mí, el Señor del cielo y de la tierra. Soy Jesucristo, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, la Reina de la Paz, a quien, el Señor, te envío para que te guíe, preparándote para Mi venida, Mi segunda venida entre vosotros. He enviado a Mi Santa Madre por todo el mundo. Mi Madre es incansable, intenta advertirte. Quiere conducir a todos por el camino seguro, pero muchos niegan Sus llamados celestiales, llamados que están dirigidos a toda la humanidad y que hoy no se reciben como deberían.

Te advierto, hijos míos, que en Mi día todos aquellos que han despreciado los mensajes de Mi Madre, que es Reina del Cielo y de la tierra, tendrán que rendir cuentas conmigo cuando venga como el juez justo, y te digo, todos serán tratados con severidad porque han despreciado las gracias concedidas por Mí a través del Inmaculado Corazón de Mi Santa Madre. Al pueblo de esta ciudad dirijo Mi exhortación: volved, volved a Mí, porque el tiempo ya está cerca de su fin. Aquellos que no se preparen y se conviertan, renunciando a su vida de pecado y a todo mal, tendrán que soportar Mi Divina Justicia, que pronto caerá sobre toda la humanidad. Despierten, hijos míos, despierten. Vivan lo que Yo, el Señor, les estoy pidiendo. Vivan una vida más santa, vayan a los santos sacramentos. Quien necesite una confesión, que busque un sacerdote para recibir la absolución. Vayan a recibirme en la Sagrada Eucaristía, para que pueda ser el verdadero alimento para sus almas debilitadas. La Sagrada Eucaristía es Amor en persona entrando en sus corazones. Ámenme, porque ya los amo con todo Mi Corazón. ¿Y ustedes? ¿Quieren corresponder a este Amor que palpita por su amor? Les doy Mi bendición, una bendición de Amor y Paz: en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. Nos vemos pronto, querido hijo mío. ¡Estad con Mi Paz!

Mientras escribía el Mensaje, sentí una gran Paz y amor proveniente de Jesús. ¡Qué amable y amoroso Él es