jueves, 5 de diciembre de 1996

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber

Esta noche, cuando terminé de rezar el rosario, Jesús apareció acompañado por Nuestra Señora. Los dos estaban radiantes, muy alegres. Nos bendijeron e inmediatamente después Jesús me dio el siguiente mensaje:

¡Mi paz y la paz de mi Santísima Madre estén con todos ustedes!

Queridos hijos, reciban mi amor y mi paz. Quiero agradecerles por sus oraciones. Soy su Salvación. Solo Yo los salvo y nadie más. Ahora, todas las gracias necesarias para su salvación les doy a través de las manos más santas de mi Madre Celestial…

En este momento Jesús abrió sus manos y en ellas aparecieron muchas luces que brillaron muy intensamente y estas luces se transformaron en muchas rosas que Jesús entregó en las manos de Nuestra Señora. Jesús habló en privado con Nuestra Señora sobre nosotros y sonrió mucho. La Virgen nos miró a todos y luego se volvió hacia Jesús como si le pidiera algo, hablando con Él. Después de eso, con el consentimiento de Jesús, arrojó sobre todos nosotros esas hermosas rosas como gracias celestiales. Jesús me habló de nuevo:

Deseo concederles a todos gracias, grandes gracias. Incluso esas gracias que para ustedes se consideran imposibles. Pidan con fe, con amor y con su corazón, porque estoy aquí entre ustedes. Yo y mi Santísima Madre los bendecimos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. ¡Nos vemos pronto!

Esa misma noche en casa, Jesús le dijo a mi madre:

Mis deseos son de unidad, de paz y amor. Este es el mensaje de hoy. Gracias por atendernos. Los bendecimos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!