Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 1 de julio de 2018
Mensaje de María Santísima

(María Santísima): Queridos hijos, ¡yo soy la Señora del Perpetuo Socorro!
Soy la Madre que siempre ama, acompaña y bendice a sus hijos en su largo camino hacia el Paraíso.
Soy el Auxilio de todos los que sufren, de los que lloran, de los que son perseguidos a causa de mi Hijo Jesús, la Verdad y el Evangelio, Su Santo Nombre.
Soy el Auxilio Perpetuo de todos los que son mis verdaderos servidores y precisamente porque me sirven en santidad, oración y amor cada día son perseguidos, incomprendidos y maltratados por los que les rodean.
Soy el Auxilio Perpetuo de todos los que gimen bajo el peso de la gran Cruz de la Tribulación en los tiempos de la Gran Apostasía y de la Tribulación Final que asola la Tierra.
¡Soy la Madre del Auxilio Perpetuo de toda la humanidad! Y por esta razón, he descendido en tantos lugares de la Tierra, en mis numerosas y extraordinarias Apariciones, para ayudar a mis hijos, para mostrarles que estoy atenta a todos sus sufrimientos y a todas sus cruces.
Y que aunque mi Enemigo, el dragón infernal, haga mucho daño a la tierra, cause sufrimientos y persiga a mis siervos, Yo estoy con ellos y les ayudo. Ayudo con mi ayuda Maternal a todos los que difunden mis Mensajes, que rezan mi Rosario, que hacen mis Grupos de Oración en todas partes y que son mis verdaderos servidores y soldados en estos tiempos de la guerra final entre el dragón infernal y yo.
¡Sí, esta guerra está llegando a su fase final, esta guerra está llegando a las últimas batallas entre el dragón y yo, que llevarán finalmente a toda la humanidad al final de esta Batalla que ya se ha prolongado durante siglos! Y entonces mis siervos, mis verdaderos hijos, verán llegar para ellos el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra, donde se enjugará toda lágrima de sus ojos.
Sí, y todos en ese momento darán gloria al Dios Vencedor que les dio la Victoria a través de mí. Todos ellos también me alabarán y me reconocerán como Señora de todos los Pueblos, como Medianeira y Reina del Universo.
Y finalmente, mi misión maternal se cumplirá y llevaré a todos mis hijos sanos y salvos a los Brazos del Padre, de mi Hijo Jesús, del Espíritu Santo. Y entonces, la nueva humanidad completamente renovada, unida y finalmente rendida a los pies de su Dios, ¡cantará conmigo para siempre el Himno de Alabanza Perpetua a Aquel que fue y será para siempre!
Mis numerosas apariciones son para prepararos al regreso de mi Hijo, que está cerca. Si esta venida no se produjera ahora, no permanecería tantos años aquí, en Medjugorje, en Oliveto Citra y en tantos lugares de la tierra.
No, hijos míos, habría hecho como en Caravaggio, como en Thiene, sólo una o dos apariciones para reavivar la fe, para reavivar la oración, para reavivar la devoción a mí, el amor a mi Hijo.
Si he permanecido aquí tanto tiempo, es para prepararos al regreso definitivo de mi Hijo, que tendrá lugar justo después del final de la gran guerra entre mi Enemigo y yo. Esta guerra pasará ahora a la batalla final.
Preparaos con mucha oración, porque el Cielo y la Tierra temblarán cuando los Ángeles buenos y malos libren la última batalla y sus espadas flamígeras se toquen.
Sí, toda la Tierra temblará al sonido de mi voz, llamando a todos los Ángeles y Santos del Paraíso a luchar conmigo contra el Dragón y sus Ángeles malos.
También temblará toda la Tierra cuando mis verdaderos servidores, mis guerreros dispersos por toda la Tierra sean reunidos por mí para librar conmigo la última gran batalla.
Preparaos, hijos míos, porque este Cielo, este mundo que conocéis, esta Tierra con todos sus males y miserias, pronto desaparecerá. Y vendrán un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra donde las lágrimas de los ojos de mis siervos, de los que ahora sufren conmigo para salvar a la humanidad, todas esas lágrimas se secarán, y un nuevo himno de alabanza se pondrá en vuestros labios. He estado aquí tanto tiempo para transformaros en estos soldados, en estos guerreros que en esta hora decisiva me ayudarán a salvar a las almas que aún pueden salvarse. En esta humanidad completamente perdida en el poder de Satanás.
Sí, ¡ha pasado tanto tiempo! Mi pequeño hijo Marcos era sólo un niño de 13 años cuando le elegí y me aparecí a él la primera vez.
Ahora tiene 41 años, han pasado muchos años. Mucho he dicho aquí, mucho he hecho.
Ahora es la hora de la guerra, es la hora de la batalla final. Es la hora en que se acerca el gran Juicio de este mundo y el Engañador, el que engañó a tantos hijos míos, llevándoles por el camino de la Perdición y de la muerte, en el placer y en el pecado, será finalmente juzgado, y con él todos los que se dejaron engañar por él, y nadie podrá alegar nada ante el tribunal. Porque mis mensajes han resonado aquí durante casi 30 años, llamando a todos mis hijos a la Oración, a la Conversión, mostrando el verdadero camino a seguir. Y por si fuera poco, me he aparecido en miles de lugares de la Tierra a lo largo de los años, llamando a mis hijos al mismo camino de Santidad, pero no quisieron escucharme.
Abrí las puertas, pero mis hijos no quisieron entrar en estas puertas de Salvación.
Por eso llegará el Juicio, será terrible y nadie podrá escapar de él.
Sólo tendrán algo de Misericordia aquellos que, por ignorancia y por la maldad de los malvados, les han ocultado mis mensajes y no les han dejado llegar a ellos. Sólo aquellos tendrán algo de Misericordia, pero aún así serán juzgados según la conciencia del bien y del mal que Dios da que Dios infunde en cada uno.
Así pues, hijos míos, preparaos porque ha llegado el momento de juzgar al engañador y a todos los que se han dejado seducir y engañar por él.
Ha llegado el tiempo del juicio de este mundo, y por eso os digo: ¡Convertíos sin demora! Para que no estéis del lado de los culpables a los que mi Hijo dirá: 'Id al infierno, porque no quisisteis oír mi voz, no quisisteis oír la voz de mi madre, la voz que aplaudí en el desierto'.
¡Conviértete y muévete rápido! Ayudadme a salvar a esos niños que aún pueden salvarse, porque no conocen mis Mensajes.
Multiplica los Cenáculos y los Grupos de Oración por todas partes. Celebra un Cenáculo el día 13 de cada mes para dar a conocer mis Mensajes.
Celebra también un Cenáculo el día 18 y otro el día 19 para difundir mi Mensaje de La Salette y el de todas mis Apariciones.
De este modo, hijos míos, mi Palabra llegará más rápidamente a todos mis hijos y entonces podré reunirlos bajo mi Manto.
Aumentad a 45 el número de almas a las que debéis entregar mis Mensajes, difundidlos cada día.
Sí, las semanas pasan rápidamente y el número de almas que se purifican no aumenta. Es necesario purificar a las almas, es necesario sacarlas del pecado y llevarlas al camino de la Gracia. Ofrece tus sufrimientos como hace mi hijito Marcos para ayudar a purificar a las almas.
Hay muy pocas almas que se purifiquen cada día. ¡Deben rezar más, sufrir más y ofrecer más sacrificios para purificar esas almas!
Necesitamos multiplicar los Cenáculos porque mi Rosario, el Rosario de mis Lágrimas, mi Rosario de la Paz, todas esas oraciones que he dado aquí purifican a las almas de sus pecados, sacan a las almas de la oscuridad del pecado y limpian sus almas.
Las almas deben ser purificadas.
¡Adelante hijos míos! No perdáis el tiempo, porque este tiempo extraordinario de Gracia, Perdón, Amor y Misericordia que se os da es para que salvéis vuestras almas y salvéis también las almas de vuestros hermanos y hermanas.
Y este tiempo os lo cobrará mi Hijo Jesús si lo habéis malgastado en cosas insensatas, mundanas e inútiles, que no sirven para el Cielo, que no sirven para salvaros.
Sigue rezando mi Rosario todos los días. Sí, verdaderamente aquí donde permanecí tanto tiempo, formé un ejército, un ejército de almas que rezan mi Rosario. Pero aún es pequeño comparado con el ejército de los malvados.
Gracias a Dios en Medjugorje ese ejército es mayor por la mayor generosidad, «Sí» y amor de la gente hacia mí. Aquí es necesario aumentar este ejército.
¡Id! Dad mis videomensajes que hace mi hijito Marcos y que tanto tocan mi Corazón y muestran tan bellamente la grandeza, profundidad y belleza de los mensajes que doy aquí.
¡Esta es mi última esperanza! Dad estos mensajes a todos mis hijos, para que finalmente sus corazones se abran a mí, se pongan el Rosario en las manos y se conviertan en mis verdaderos Soldados de la Oración y del Amor que me ayudarán con sus vidas llenas de Oración, Sacrificio y Penitencia. Me ayudarán a salvar a tantas almas que necesitan y que están en peligro de condenarse eternamente.
¡Avancen mis soldados! ¡Marchad! Ahora no es tiempo de descansar. Tendréis toda la eternidad para descansar. Ahora es el momento de hablar, de anunciar, de luchar, de salvar almas. Salvad las almas de mis hijos dándoles mis mensajes y entonces, mi Hijo tendrá Misericordia de vosotros y os dará con el perdón la Vida Eterna a todos vosotros.
¡Rezad! ¡Difundid mi Mensaje de La Salette! Que los Secretariados de mis Mensajes difundan cuanto antes el Mensaje de La Salette, las Películas que mi hijo Marcos hizo de mi Aparición.
¡Uníos! ¡Trabajad! ¡Reunid! Para que pueda difundir estas Películas por todas partes. Cuanto más se conozca mi Mensaje de La Salette, más perderá Satanás su poder.
Ayudadme a aplastarle dando a conocer mi Mensaje de La Salette, pues de ello depende la realización de una parte de mis Planes, para que pueda finalmente desplegar mis Planes iniciados según el Secreto de La Salette y de Fátima. Y finalmente, llevar a toda la humanidad a la Victoria completa de mi Corazón Inmaculado.
A todos bendigo con amor y digo A todos los que veneran con amor la imagen de mi Perpetuo Socorro en sus casas, el día del Castigo esas casas no serán invadidas por los demonios, que en ciertos lugares llegarán incluso a invadir las casas y arrastrarán con ellos a las personas al Infierno, donde serán atormentadas y castigadas por toda la eternidad.
Sí, esto prometo: prometo la protección de mi Madre a todos los que me aman y acuden a mi amor perpetuo con la confianza que nunca cesa.
A todos y especialmente a ti mi pequeño hijo Marcos, mi Apóstol, Apóstol de mi Perpetuo Socorro que me hiciste conocer y amar por tantos de mis hijos durante tantos años.
Sí, al hacer esto, al dar a conocer mi imagen a tantos hijos míos, les has abierto la puerta de tantas Gracias, de tantos milagros, de tantas bendiciones. E incluso de tantas conversiones que en silencio y a escondidas he operado a través de este cuadro que has hecho amar a tantos de mis hijos.
Sí, en silencio y a escondidas hice maravillas que es donde más disfruto actuando y trabajando. Y todo esto se debe a ti, mi Apóstol e hijo predilecto.
En el Día de mi Perpetuo Socorro ya te concedí excesivas gracias de mi Amor.
Y ahora, de nuevo, derramo sobre ti copiosas gracias de mi Corazón Inmaculado y de mi Amor Perpetuo.
Os doy las gracias y os bendigo.
NUESTRA SEÑORA Al Hijo Amadísimo Carloss TADEU:
«También te doy las gracias y te bendigo, mi hijito Carlos Tadeo.
¡Cómo te quiero! Sí, yo también soy y seré siempre tu Ayuda Perpetua. Dirígete siempre a mí, dirígete siempre a mí con amor y siempre en tus sufrimientos experimentarás mi amor perpetuo que nunca te deja y nunca te abandona.
Mira que mi Ayuda Maternal, mi gran Ayuda Maternal para ti fue el hijo que te di. Sí, gracias a él recibiste la Promesa del Cielo. Y con esta Promesa te liberaste del Infierno.
Recibiste la Gracia de escapar de esas horribles llamas, de los tormentos, de las lanzas de fuego, de los escupitajos de fuego con que los demonios torturan las almas de los condenados.
Has sido liberada de los clavos de fuego con los que torturan a las almas, has sido salvada, has sido liberada de las lanzas y sierras con las que también torturan y hacen gritar de dolor a esas almas, del dolor más horrible.
Gracias al hijo que os di también fuisteis libres, quedasteis exentos de ver a los horribles demonios que existen en el Infierno. Cuya fealdad, cuyo horror es un gran tormento, espanto y horror de las almas en el Infierno.
Gracias al hijo que os di, quedasteis exentos de oír las horribles blasfemias, de ver las serpientes infernales que existen en las llamas eternas; los horribles dragones demoníacos que persiguen allí a las almas, que las trituran y devoran por toda la eternidad.
Gracias al hijo que te di, quedaste libre y libre de caer un día en las garras del horrible y malvado Satanás, que te tiene un odio especial, y que querría triturarte con gran odio y furia.
Gracias al hijo que te di te libraste de ver las horribles llamas del Infierno y las almas desfiguradas de los condenados que son un gran tormento para todos los que están allí.
Sí, la fealdad y el horror, la desfiguración de las almas condenadas son un tormento para todos. De todo esto fuisteis libres gracias al hijo que os di.
Y gracias a Él, que es mi mayor ayuda para vosotros, habéis recibido la Gracia de la Vida Eterna, del Cielo, de una morada eterna en el Cielo con mi Hijo Jesús viéndole por toda la eternidad y recibiendo de Él la Corona de la Vida Eterna.
También tú, gracias al Hijo que te di recibirás la Gracia de verme a Mí eternamente por toda la eternidad, y allí, ante Mí, vivirás continuamente desfalleciendo en éxtasis de amor eternamente, gozando sucesivas veces por toda la eternidad de amor al verme a Mí, ¡y al ver a la Santísima Trinidad que tanto te ama!
Gracias al hijo que te di has recibido y tendrás la Gracia de ver a todos los Ángeles, a los más bellos, a los santos y a las benditas almas del Paraíso. Con ellos: cantando, alabando, hablando y siendo felices disfrutando toda la eternidad.
Por eso, hijito mío, agradece siempre el amor de Dios, el amor de mi Hijo que es tan grande, ¡tan grande para ti!
Y da siempre gracias por mi Perpetuo Socorro que te ha dado la ayuda más grande de todas que es el hijo que te di, a través del cual, por sus méritos, podré hacer grandes gracias en tu vida.
A través de sus méritos podré realizar grandes bendiciones en tu existencia. A través de él te daré muchas más gracias y bendiciones, hijo mío, incluso te daré hoy una nueva bendición solicitada por tu hijo para ti:
Cada 27 de cada mes, cuando se recuerde mi Ayuda Perpetua, se honre con especial amor a mis hijos, te daré una nueva y gran bendición especial.
Sí, por los méritos de los sufrimientos de mi hijo, las oraciones y obras que hace por mi Amor, todo ofrecido a ti, te concedo esta nueva gracia otorgada por el Señor.
Y también los días 2 de cada mes vendrá a vosotros mi hijito junto con mi Hija Ágata, con mi Hija Filomena, con mi Hija Brígida de Suecia y con mi Hija Edwiges y juntos os daremos una gran y copiosa Bendición Especial.
Alegra tu corazón porque mi Ayuda maternal te ha dado la gran señal de mi amor que es el hijo que te di y que tanto te ama.
Él, que por amor a ti sufre cada noche con gran amor y caridad.
Él, a través de quien lleno tu vida cada vez más de Luz, Gracia y amor y siempre te enriquecerá.
Él, que es y será siempre un signo de mi gran Amor de Madre, de mi Ayuda Perpetua de amor para ti y para toda tu estirpe.
Te amo y te bendigo ahora.
Y bendigo también a mis Esclavos del Amor.
Gracias por las Imágenes que hicisteis para mí.
Gracias por los vídeos de mis mensajes que hiciste para mí.
Gracias por todo lo que has hecho, por cualquier trabajo menor aquí en mi casa.
Veo todo, todo lo que hacéis en la construcción de mi Santuario, de mi Monasterio, todos los trabajos que se hacen aquí en el suelo, en las paredes, en la construcción. Finalmente, en la difusión de mis mensajes y a todo bendigo y a todo derramo mi Gracia Maternal.
A todos y a todas mis hijos peregrinos bendigo con amor ahora, desde La Salette, desde Fátima y desde Jacareí».
SAINT Judas Tadeu Al Hermano Carloss TADEU:
(San Judas Tadeo): «Amado hermano Carlos Tadeo, yo, Judas Tadeu, siervo del Señor, me regocijo de venir hoy una vez más a verte.
Has de saber, querido hermano mío, que cuando yo predicaba en Siria, un hombre poderoso de aquella Nación llamado Alano, me persiguió mucho mientras yo predicaba el Evangelio.
Se movió ciudad por ciudad y pueblo por pueblo contra mí mediante muchas cartas y a veces yendo personalmente a cada gobernador para que me expulsaran de las ciudades y pueblos y prohibieran así completamente la predicación de la Palabra de Dios.
Estaba muy cansado, estaba desanimado porque en cada ciudad o aldea a la que llegaba ya estaba alcanzando a Alan con sus mentiras, persecuciones y calumnias.
Sí, estaba muy desanimado, os ofrecí este desaliento, este gran cansancio en la predicación de la Palabra de Dios.
En algunas ciudades incluso me abofetearon y una vez hasta fui arrastrado fuera de la ciudad por los habitantes. Y allí, después de haber sido profundamente pateado, abofeteado, golpeado e incluso agachado.
Ofrecí todos esos dolores, todas esas heridas que me hicieron el Señor para ti amado hermano, que veías continuamente en mis visiones, para que a través de mi Sacrificio recibieras en los últimos tiempos toda la Gracia del Señor, toda la fuerza para cumplir la misión que te estaba destinada junto con el alma privilegiada de la Madre de Dios a la que estarías unido.
Sí, lo ofrecí todo, todo lo que Alan me hizo sufrir. Él, completamente obstinado en el pecado al adherirse a las sugerencias y tentaciones que Satanás le daba, planeó un plan macabro contra mí. Planeó mi muerte de una forma muy cruel.
En una ciudad a la que me dirigía, me tendió una trampa: Quería que me mataran en una máquina creada por él que dividiría mi cuerpo en 4 pedazos. Sí, llamados por él 4 vientos.
Sí, allí mi alma estaría destinada al martirio; lo sabía.
Fui allí resueltamente, pero la Madre de Dios se me apareció y me dijo, que aunque este martirio y mi conformidad eran muy agradables al Señor, mi Hora aún no había llegado y que debía seguir adelante para poder continuar predicando la Palabra de Su Divino Hijo.
Entonces, mandada por Ella, me dirigí a otra ciudad, pero pronto allí, Alan me alcanzó y planeó para mí una muerte aún más terrible: Planeó una emboscada, para que me cortaran en varios pedazos en una máquina de la que colgaban varias lanzas que trocearían y cortarían mi cuerpo como un pedazo de carne.
Caí en la trampa, me abofetearon, me golpearon y me ataron a la máquina. Las cuchillas descendían y se acercaban a mí mientras toda la multitud esperaba en silencio.
Estaba dispuesto a ofrecer mi vida por ti y por eso ya estaba ofreciendo la muerte que creía cercana y todo el dolor que sufriría por ti, querido hermano. Pero, mi Santísima Reina se me apareció en aquel momento y me dijo que aún no había llegado mi hora, que debía continuar predicando el Evangelio esta vez en Mesopotamia y también en Persia.
Entonces hizo que se soltaran las cuerdas que me sujetaban y desaparecí ante los ojos de todos y especialmente de Alan, que no podía comprender ni explicar aquel misterio, aquel milagro.
Al ver esto, muchos se convirtieron, viendo que yo era verdaderamente un siervo del Dios Altísimo y que mi predicación era verdadera. De este modo convertí a muchos, aunque no fui martirizado. Y mi sufrimiento sirvió no sólo para esas conversiones, sino también para ti, mi amado hermano.
Ten en cuenta, pues, que todo lo que pidas al Señor sea conforme a Su Santísima Voluntad por estos sufrimientos que he tenido, por el terror al martirio y a la muerte cercana. Por lo que he sufrido golpeado, atado a esa máquina mortal, todo lo que pidáis al Señor que os conceda. Pide con confianza, pero sobre todo pide la Santidad, pide la Sabiduría Divina, pide la Salvación de tu alma.
Pues nada te ayudará a ganarlo todo, a ganar el mundo entero, si tu alma está perdida. Es cierto que la Madre de Dios te dio el Cielo pedido y concedido por su hijo, pero debes pedir la Gracia de la Perseverancia Final siempre, siempre.
Pues Lucifer, que vivía en el Cielo, perdió la Gracia y fue expulsado del Cielo. Si incluso un habitante del Cielo fuera capaz de perder la Gracia, de perder el Cielo. ¿Qué dirá entonces de los mortales?
Pide la Perseverancia, pide siempre. La Madre de Dios es fiel, pero siempre hay que pedir la Gracia de la Perseverancia Final que tanto agrada a Dios y que garantiza al alma esa belleza y esos méritos para ser merecedora de la Corona de la Vida Eterna.
Pero no temas, soy tu abogado, soy tu mediador con el Señor e intercedo siempre por ti. Ofrezco mis méritos cada día para que alcances Gracias, muchas gracias para ti.
Quédate pues, amado hermano, tranquilo, porque la causa de tu salvación, de tu salvación, ya no está en tus manos, sólo en tus manos, sino en mis manos, en las manos de la Madre de Dios. Y, por supuesto, también está en manos del hijo que te fue dado por ella, que te dio su lugar en el cielo con tanto amor.
No debes preocuparte, porque tienes un hijo en la tierra que reza, ama, sufre, expía por ti y por los tuyos cada día.
No debes temer, porque realmente tienes una Llama Incesante de Amor que te fue dada en tu vida. Esta Llama, que no descansa ni de día ni de noche, haciendo continuamente todo, sufriendo y ofreciendo por ti.
¿Quién que tenga tal intercesora, tal abogada, tal defensora, puede temer nada? Así pues, ¡alegra tu corazón! Porque el Cielo y la Tierra son para ti, yo soy para ti, la Reina del Cielo es para ti, el Paraíso es para ti. Tu hijo que te dio la Inmaculada es para ti, el Cielo y la Tierra son para ti.
Y si nosotros estamos por ti, ¿quién podrá estarlo? ¿Quién puede estar contra ti?
¡Alegra tu corazón! Sigue difundiendo mi devoción que será fuente de tantas gracias para tantos hermanos y hermanas míos. Siempre estoy contigo y nunca te abandonaré.
Os bendigo abundantemente ahora y bendigo también a todos mis hermanos que están aquí y derramo sobre todos las gracias de mis Dolores y de mi Martirio. Por los méritos de mis sufrimientos con los que he complacido al Señor y he obtenido de Él la Corona de la Vida Eterna.
Ahora os bendigo generosamente a todos. »
(María Santísima después de tocar las imágenes y los rosarios): «Como ya he dicho, allí donde llegue una de estas imágenes, los rosarios, allí estaré viva llevando las grandes gracias del Señor.
Bendigo ahora e imprimo mi Señal de Madre en todas las imágenes de mi Perpetuo Socorro que mis hijos se llevan. Dondequiera que llegue una de estas fotos, allí estará presente mi Amor Materno, mi Eterna Madre Auxilio derramando las grandes Bendiciones del Señor.
¡Os bendigo de nuevo a todos para que seáis felices y os dejo toda mi Paz! »
Orígenes:
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