Martes, 17 de noviembre de 2009

Jesús dijo: “Mi gente, miro a los ojos de cada uno, ya que los ojos son las ventanas del alma. Como saludé al recaudador de impuestos, Zaqueo, elegí cenar con él, aunque algunos me criticaron por comer con un pecador. Pero todos ustedes son débiles por el pecado de Adán y todos necesitan aceptar que también son pecadores. Porque vine a salvar a los pecadores y no a los justos. Soy el Gran Sanador y los enfermos son quienes me necesitan como médico. Zaqueo prometió que devolvería lo que había tomado a otros y la salvación llegó a su casa. Así que llamo a todo mi pueblo a renunciar a sus posesiones y consagrar todo a mí. Sean generosos con los demás con su dinero, su tiempo y sus talentos. Al ofrecer sus donaciones, ganarán un tesoro en el cielo. Regocíjense en el día en que les permitiré entrar por las puertas del cielo.”