Miércoles, 19 de enero de 2000

"Soy tu Jesús, nacido Encarnado. He venido para ayudarte a entender la virtud de la prudencia. La prudencia es la conciencia de tu alma. La persona prudente deja que el Amor Santo guarde sus pensamientos, palabras y acciones. La prudencia es como un perro guardián que protege su territorio contra invasores. La prudencia guarda el alma, vigilando sus motivos y acciones."

"Si la prudencia pudiera verse, sería como un colador - filtrando todo lo que es malo y conservando lo que es bueno. O si la prudencia pudiera saborearse, sería como la sal que mejora todo lo que toca y lo hace más perfecto - más agradable."

"El alma no puede hacerse prudente por sí mismo, así como la comida no puede sazonarse sola. Pero el alma puede practicar la prudencia y orar por ella. La sinceridad y la sencillez preceden a la prudencia de corazón. Preparan el corazón para que entre la prudencia. La prudencia llega a la perfección en sabiduría. Pero toda virtud tiene su raíz en el amor."