Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
lunes, 19 de marzo de 2018
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz a tu corazón!
Hijo mío, yo, tu Madre, vengo una vez más del cielo con mi Hijo Jesús y San José. Reza, hijo mío, reza y haz rezar a mis hijos, porque los tiempos son difíciles.
Muchas almas están en peligro de perderse eternamente, porque falta la oración, falta la conversión en la vida de muchos de mis hijos. Eres tú quien debe ser una luz para todos ellos, llevando el amor de nuestros Santísimos Corazones.
Hijo, el demonio ha ganado mucho espacio en muchas familias. Muchos hogares cristianos se han convertido en lugares de profanaciones y ultrajes a mi Divino Hijo Jesús. Muchas familias están muertas espiritualmente, porque Satanás ha conseguido seducirlas y destruirlas con el pecado.
Rezad muchos Rosarios, haced penitencia por los pecadores, renunciando a vuestra propia voluntad para hacer la voluntad de Dios.
Yo os acojo en mi Corazón Inmaculado, y mi Esposo José os acoge en su Corazón castísimo, y ambos os colocamos dentro del Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús.
Gracias por vuestra presencia. Os acompañaré a vuestros hogares con mi Hijo Jesús y San José. Hoy desciende del cielo una lluvia de gracias sobre vosotros y vuestras familias.
Te bendigo hijo mío y a todos tus hermanos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Santísima Virgen vino esta noche acompañada del Niño Jesús, que estaba en brazos de San José. Durante la aparición, el Niño Jesús me pidió que besara de nuevo el Escapulario de su Padre José. Me lo había pedido recientemente cuando estuve en Italia, en Vigolo, y ahora me pidió que lo besara de nuevo en Itapiranga. Jesús me hizo comprender lo importante que es este Escapulario y un signo de protección contra las fuerzas del infierno. Este Escapulario nos hace merecedores de grandes gracias de Su Divino Corazón cuando lo traemos con amor y fe. No rechacemos tan preciosas gracias, bendiciones y protección que el Cielo desea darnos.
Entonces el Niño Jesús, mirando a San José, le pidió que nos bendijera a nosotros y a toda la humanidad. San José, obedeciendo el mandato del Niño Jesús, extendió su brazo derecho, en señal de bendición y protección para toda la humanidad, trazando la señal de la cruz sobre nosotros.
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